La miel de la primavera del 2008. Las abejas despertaron inusualmente pronto este año, no ha sido un invierno riguroso (a los que estamos acostumbrados los castellanos), y por eso ellas, ya la última semana de febrero anunciaban que el frío se había acabado por este invierno.
Como fruto de esos trabajos que empezaron entonces, llega ahora el líquido, dorado y cristalino que tenemos ahora, una miel fina, sin regusto, que le sabe bien hasta a alguien que no le gusta la miel.
El origen de ésta es principalmente el cantueso (aquí llamado tomillo), pero también hay visitas al diente de león, a la viborera, a la flor de la encina y el roble.

Araña en flor de cantueso
No ha sido un año especialmente fructífero, y no es que las abejitas se hayan dormido en los laureles sin trabajar, sino que demasiadas lluvias, en plena floración, no dejaron que su trabajo se hiciera más intensivo cuando debería haberlo sido.
Así que nos encontramos en un año de «vacas flacas» para las niñas, que ahora a pesar del calor trabajan en buscar una floración de subsistencia, que no las hace llenar la despensa, pero al menos las da de comer.
Que bien lo cuentas, da gusto leerte, mis padres también tenían abejas y recuerdo ir a ayudarles, yo llevaba el zumike que era un aparatito que se metían trapos, se quemaban y se le echaba humo para que se fueran y poder sacar la miel del panal sin dificultad.
Jamás me picaron, pero hay mucha gente que su picadura le da alergia y tienen que acudir al médico.
Muchos besos VICTORIA desde COLMENAR VIEJO MADRID.
Gracias Victoria, tú sí que sabes dar ánimos para arrancar bien.